Llena de rostros que muestran el reflejo de
lo que son las mujeres, no de lo que quieren ser, sino de lo que han tenido que
vivir para poder ser. ¿Es acaso el penar de un estigma el peor de los castigos?
No lo creo, pero no creo que exista una forma más bella de sobrellevar ese
pesar que si no fuera con la asimilación de lo que significa ser una mujer, con
todos sus contextos y limitaciones. Esa es Maya, una mujer que presta su lente
para reflejar de forma empática lo que ella ha observado por todos lados y que
le hace retratar lo que para ella significa ser mujer, desde su cariño por cada
una de ellas.
Porque hay cosas que nos preceden y que nos
estigmatizan desde nuestro nacimiento, ese es el pesar de muchas mujeres que
tuvieron que padecer la imposición de una visión machista. Que las pretende
reflejar como una posesión u objeto, y les impide decidir sobre su destino y
quehacer. Sin embargo, Maya Goded nos recuerda que no hay nada más erróneo que
eso. Porque justo en estas condiciones de suma violencia, es donde Maya logra
reflejar una belleza insuperable, inquebrantable, casi inexplicable. Y es que
la formación de una mujer tiene un trasfondo y una historia tan fuerte, que
sólo puede ser posible a través de un vínculo entre ellas dado por el compartir
de las experiencias y el amor mutuo, haciendo sobrellevable cada una de las
dificultades que se les impone.
Maya ha retratado varios aspectos de esto, y
uno en los que ha incursionado por muchos años es la prostitución. El trabajo que hace Maya es increíble a través
de la forma de asumir cada una de las problemáticas que sufren las mujeres y
reflejarlo de una manera empática y dignificable. Porque debemos entender que
por más que se quieran implementar prejuicios morales sobre el quehacer de las
prostitutas, muy lejos está de lo que realmente es la suerte que a algunas
mujeres les tocó jugar y con ello seguir evocando esa gran lucha que mantienen no
sólo ellas sino todas las mujeres contra las imposiciones morales y culturales.
Si bien gran parte de su trabajo se ha
enfocado a la exposición fotográfica, el trabajo audiovisual también ha
aparecido de manera paralela en sus diversos proyectos, la mayoría de ellos
enfocado en el retrato de la mujer y su contexto socio-cultural. Sin embargo sólo
dos de sus trabajos cinematográficos son los que mencionaré como parte de este
vasto abordaje del tema. La primer cinta se titula La gloria de las prostitutas (Whores’ glory) realizada por el
austriaco Michael Glawogger en el 2011
pero que tiene la participación de Maya.
En este documental dividido en tres partes se
retrata la prostitución en tres distintos países del mundo. Países en donde la
prostitución es ejercida de manera tan grande y con tanta “libertad” o más bien
impunidad que las apuntala como ejemplos de lo que más allá de ser una actividad
lucrativa, es un reflejo de lo que le acontece a la mujer como algo más
parecido a un objeto o medio por el cual se satisface un acto. Los tres países
documentados son distintos en muchas cosas, entre ellos los aspectos económicos
y culturales, y por tanto muestra tres distintas formas de suceder de este
acto. El primer sitio está en Bangkok, nos muestra un lugar llamado The Fishtank, un prostíbulo que resalta
por sus luces neón y los aparadores que desde las alturas o las paredes permiten
contemplar a las chicas bailando y mostrando su cuerpo. Adentro podemos ver la
dinámica de la mayoría de los prostíbulos “legales”: una barra de bebidas,
mesas, tubos para bailar y claro la distinción del lugar, un aparador que
separa a las chicas a seleccionar, de los visitantes. Este sitio a manera de
lugar turístico para vacacionar muestra como desde distintos países asisten
hombres explícitamente para tener sexo con las chicas, como si el sitio fuera
un lugar que debe visitarse para tener sexo “alocado” y donde pueden hacer lo
que no harían tal vez en otros lados. Algo que resulta bastante perverso.
El segundo país es Bangladesh, en donde se
muestra un lugar habitacional llamado la
cuidad de la alegría. Este lugar podríamos decir que se caracteriza por el
hacinamiento de la gente que vive ahí, ya que comprende un sinfín de cuartos
diminutos, con pasillos igual de estrechos en donde se encuentran mujeres de
todas las edades, incluso con sus familias, las cuales se prostituyen por míseras
cantidades de dinero. Muchas de las mujeres aún podrían considerarse niñas y
las cuales han vivido así toda su vida, hacen lo que hacen porque no conocen
otra forma de vida. Y por lo tanto las conversaciones con ellas muestran
reflexiones tan tristes como otras con una indiferencia estremecedora. Y
finalmente el tercer país que se retrata es México, para ser precisos, en la
zona de la tolerancia de Reynosa.
Cabe mencionar que cada uno de los países que
se muestran, contaron con un director de fotografía distinto, algo que se hace notar
y hace darle un sentido particular a cada una de las historias. En el caso de
México, Maya fue la encargada de la dirección fotográfica. Muy probablemente
por tener un antecedente acerca de la documentación de la prostitución en la
frontera de Reynosa, un trabajo fotográfico titulado Welcome to lipstick, que pueden checar en el sitio web de Maya. La
llamada zona de la tolerancia es una de las muchas que hay o que existieron y fueron
delimitadas así por el gobierno mexicano. Estas zonas que se crearon desde hace
muchas décadas, incluso siglos, con los cuales se pretendía ejercer la
prostitución de manera controlada y concienzudamente, más bien parecía un
esfuerzo moral de tapar un problema común en el país. Sin embargo actualmente
la “sonaja” (uno de los tantos nombres con los que también se le conoce a dicha
zona) puede considerarse un poblado más de la frontera.
En la película podemos ver desde un peculiar
punto de vista lo que podría representar la mirada de las prostitutas que pasan
no sólo las noches ahí, sino también los días. Por las noches desfilan coches
que a vuelta de llanta van conversando con las mujeres ya sea sólo por
diversión o como una negociación para conseguir un buen precio, que de no ser
el mejor sólo les alcanza para una mamadita
rápida. Así vemos todo tipo de
situaciones por las cuales pasan las mujeres con el fin de sacar lo del día, un
día más de trabajo. Maya en esta cinta, al igual que en sus trabajos
fotográficos previos, muestra un increíble ambiente de la cotidianidad de lo
que representa vivir este tipo de vida. Uno que no tiene nada de lujos ni
bienestar. Uno que los demás hacen ver como indigno y mucho menos respetable. Pero
que valientes y osadas, se observa a cada una de las mujeres que ahí trabajan,
afrontando cada una de las situaciones que parecen no sorprenderlas, a pesar
del miedo a que pase lo peor, o como coloquialmente se dice, ya se las saben
todas.
Esta cinta si bien enfoca un punto de vista
más generalizado de la prostitución con particularidades a los extremos de la “profesión”
también muestra algo que es aún más importante para el trabajo de Maya, que es
la perspectiva de la mujer ante estas dificultades. Por eso en su cinta más
reciente titulada Plaza de la soledad del
2016, Maya muestra a un grupo de prostitutas de la zona de la Merced en el
centro de la ciudad de México. Mujeres maduras que podríamos estimar arriba de
los 30 años y hasta alrededor de los 70. Viendo su día a día y como poco a poco
nos cuentan cosas tan personales e íntimas que han padecido ya sea sexualmente
o en su formación y que no necesariamente están asociadas a la prostitución
sino a la violencia común de los hombres hacia las mujeres.
Muestra como durante toda su vida el sexo no
ha sido una forma libre de ejercerse, pocas veces un aspecto placentero, pero
siempre como un hecho que deben soportar por una violencia masculina que no
repara en el consentimiento ni el respeto. Acostumbradas a una forma de vida
así vemos como sobrellevan este tipo de violencia tan común en la comunidad que
ven en esta violencia una forma de sustento económico. Algo hermoso de la
cinta, que no sólo puede ser retomado al
aspecto de la prostitución, es ver como ante dicho grado de violencia y abuso, las
mujeres se han podido agrupar, respaldar, dar consejos y apoyo ante situaciones
tan adversas, incluso mortales. Y donde la familiaridad llega a crear lazos de
afecto que a pesar de no ser genéticos, permiten
tener un gran aprecio por el hecho de
ser mujeres y conocer lo que sin decirse se sabe que toda mujer sufre por el
simple hecho de serlo.
Tal vez el hecho de que Maya haya pasado
muchísimos años documentando la vida de estas mujeres (más de diez para la
creación de la película) hace que sea posible observar ese punto de vista tan
íntimo y empático no con las mujeres prostitutas, sino con todas las mujeres
que al menos viven en México por el hecho de que a cada momento se encuentran susceptibles
a la violencia de género, el cual cada día es más explícito y físico. No existe
un sólo sector económico que no se vea afectado por esta violencia y tener
trabajos tan bellos y hechos con tanto esmero hacen que sea imposible no
sensibilizarse con este tipo de problemáticas que le acontecen al país. Por eso
para mí es casi necesario que se vean este tipo de trabajos (porque no es el
único con este enfoque, pero tal vez sí de los más accesibles a ver) y difundir
para tratar de combatir la problemática por todos los medios posibles que se
pueda.