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viernes, 27 de septiembre de 2019

Hablando de Maya Goded y su trabajo sobre la mujer, desde dos cintas que tratan la prostitución.




Llena de rostros que muestran el reflejo de lo que son las mujeres, no de lo que quieren ser, sino de lo que han tenido que vivir para poder ser. ¿Es acaso el penar de un estigma el peor de los castigos? No lo creo, pero no creo que exista una forma más bella de sobrellevar ese pesar que si no fuera con la asimilación de lo que significa ser una mujer, con todos sus contextos y limitaciones. Esa es Maya, una mujer que presta su lente para reflejar de forma empática lo que ella ha observado por todos lados y que le hace retratar lo que para ella significa ser mujer, desde su cariño por cada una de ellas.


Porque hay cosas que nos preceden y que nos estigmatizan desde nuestro nacimiento, ese es el pesar de muchas mujeres que tuvieron que padecer la imposición de una visión machista. Que las pretende reflejar como una posesión u objeto, y les impide decidir sobre su destino y quehacer. Sin embargo, Maya Goded nos recuerda que no hay nada más erróneo que eso. Porque justo en estas condiciones de suma violencia, es donde Maya logra reflejar una belleza insuperable, inquebrantable, casi inexplicable. Y es que la formación de una mujer tiene un trasfondo y una historia tan fuerte, que sólo puede ser posible a través de un vínculo entre ellas dado por el compartir de las experiencias y el amor mutuo, haciendo sobrellevable cada una de las dificultades que se les impone.

Maya ha retratado varios aspectos de esto, y uno en los que ha incursionado por muchos años es la prostitución.  El trabajo que hace Maya es increíble a través de la forma de asumir cada una de las problemáticas que sufren las mujeres y reflejarlo de una manera empática y dignificable. Porque debemos entender que por más que se quieran implementar prejuicios morales sobre el quehacer de las prostitutas, muy lejos está de lo que realmente es la suerte que a algunas mujeres les tocó jugar y con ello seguir evocando esa gran lucha que mantienen no sólo ellas sino todas las mujeres contra las imposiciones morales y culturales.
Si bien gran parte de su trabajo se ha enfocado a la exposición fotográfica, el trabajo audiovisual también ha aparecido de manera paralela en sus diversos proyectos, la mayoría de ellos enfocado en el retrato de la mujer y su contexto socio-cultural. Sin embargo sólo dos de sus trabajos cinematográficos son los que mencionaré como parte de este vasto abordaje del tema. La primer cinta se titula La gloria de las prostitutas (Whores’ glory) realizada por el austriaco Michael Glawogger  en el 2011 pero que tiene la participación de Maya.

En este documental dividido en tres partes se retrata la prostitución en tres distintos países del mundo. Países en donde la prostitución es ejercida de manera tan grande y con tanta “libertad” o más bien impunidad que las apuntala como ejemplos de lo que más allá de ser una actividad lucrativa, es un reflejo de lo que le acontece a la mujer como algo más parecido a un objeto o medio por el cual se satisface un acto. Los tres países documentados son distintos en muchas cosas, entre ellos los aspectos económicos y culturales, y por tanto muestra tres distintas formas de suceder de este acto. El primer sitio está en Bangkok, nos muestra un lugar llamado The Fishtank, un prostíbulo que resalta por sus luces neón y los aparadores que desde las alturas o las paredes permiten contemplar a las chicas bailando y mostrando su cuerpo. Adentro podemos ver la dinámica de la mayoría de los prostíbulos “legales”: una barra de bebidas, mesas, tubos para bailar y claro la distinción del lugar, un aparador que separa a las chicas a seleccionar, de los visitantes. Este sitio a manera de lugar turístico para vacacionar muestra como desde distintos países asisten hombres explícitamente para tener sexo con las chicas, como si el sitio fuera un lugar que debe visitarse para tener sexo “alocado” y donde pueden hacer lo que no harían tal vez en otros lados. Algo que resulta bastante perverso.

El segundo país es Bangladesh, en donde se muestra un lugar habitacional llamado la cuidad de la alegría. Este lugar podríamos decir que se caracteriza por el hacinamiento de la gente que vive ahí, ya que comprende un sinfín de cuartos diminutos, con pasillos igual de estrechos en donde se encuentran mujeres de todas las edades, incluso con sus familias, las cuales se prostituyen por míseras cantidades de dinero. Muchas de las mujeres aún podrían considerarse niñas y las cuales han vivido así toda su vida, hacen lo que hacen porque no conocen otra forma de vida. Y por lo tanto las conversaciones con ellas muestran reflexiones tan tristes como otras con una indiferencia estremecedora. Y finalmente el tercer país que se retrata es México, para ser precisos, en la zona de la tolerancia de Reynosa.

Cabe mencionar que cada uno de los países que se muestran, contaron con un director de fotografía distinto, algo que se hace notar y hace darle un sentido particular a cada una de las historias. En el caso de México, Maya fue la encargada de la dirección fotográfica. Muy probablemente por tener un antecedente acerca de la documentación de la prostitución en la frontera de Reynosa, un trabajo fotográfico titulado Welcome to lipstick, que pueden checar en el sitio web de Maya. La llamada zona de la tolerancia es una de las muchas que hay o que existieron y fueron delimitadas así por el gobierno mexicano. Estas zonas que se crearon desde hace muchas décadas, incluso siglos, con los cuales se pretendía ejercer la prostitución de manera controlada y concienzudamente, más bien parecía un esfuerzo moral de tapar un problema común en el país. Sin embargo actualmente la “sonaja” (uno de los tantos nombres con los que también se le conoce a dicha zona) puede considerarse un poblado más de la frontera.

En la película podemos ver desde un peculiar punto de vista lo que podría representar la mirada de las prostitutas que pasan no sólo las noches ahí, sino también los días. Por las noches desfilan coches que a vuelta de llanta van conversando con las mujeres ya sea sólo por diversión o como una negociación para conseguir un buen precio, que de no ser el mejor sólo les alcanza para una mamadita rápida. Así vemos todo tipo de situaciones por las cuales pasan las mujeres con el fin de sacar lo del día, un día más de trabajo. Maya en esta cinta, al igual que en sus trabajos fotográficos previos, muestra un increíble ambiente de la cotidianidad de lo que representa vivir este tipo de vida. Uno que no tiene nada de lujos ni bienestar. Uno que los demás hacen ver como indigno y mucho menos respetable. Pero que valientes y osadas, se observa a cada una de las mujeres que ahí trabajan, afrontando cada una de las situaciones que parecen no sorprenderlas, a pesar del miedo a que pase lo peor, o como coloquialmente se dice, ya se las saben todas.

Esta cinta si bien enfoca un punto de vista más generalizado de la prostitución con particularidades a los extremos de la “profesión” también muestra algo que es aún más importante para el trabajo de Maya, que es la perspectiva de la mujer ante estas dificultades. Por eso en su cinta más reciente titulada Plaza de la soledad del 2016, Maya muestra a un grupo de prostitutas de la zona de la Merced en el centro de la ciudad de México. Mujeres maduras que podríamos estimar arriba de los 30 años y hasta alrededor de los 70. Viendo su día a día y como poco a poco nos cuentan cosas tan personales e íntimas que han padecido ya sea sexualmente o en su formación y que no necesariamente están asociadas a la prostitución sino a la violencia común de los hombres hacia las mujeres.
Muestra como durante toda su vida el sexo no ha sido una forma libre de ejercerse, pocas veces un aspecto placentero, pero siempre como un hecho que deben soportar por una violencia masculina que no repara en el consentimiento ni el respeto. Acostumbradas a una forma de vida así vemos como sobrellevan este tipo de violencia tan común en la comunidad que ven en esta violencia una forma de sustento económico. Algo hermoso de la cinta,  que no sólo puede ser retomado al aspecto de la prostitución, es ver como ante dicho grado de violencia y abuso, las mujeres se han podido agrupar, respaldar, dar consejos y apoyo ante situaciones tan adversas, incluso mortales. Y donde la familiaridad llega a crear lazos de afecto  que a pesar de no ser genéticos, permiten  tener un gran aprecio por el hecho de ser mujeres y conocer lo que sin decirse se sabe que toda mujer sufre por el simple hecho de serlo.

Tal vez el hecho de que Maya haya pasado muchísimos años documentando la vida de estas mujeres (más de diez para la creación de la película) hace que sea posible observar ese punto de vista tan íntimo y empático no con las mujeres prostitutas, sino con todas las mujeres que al menos viven en México por el hecho de que a cada momento se encuentran susceptibles a la violencia de género, el cual cada día es más explícito y físico. No existe un sólo sector económico que no se vea afectado por esta violencia y tener trabajos tan bellos y hechos con tanto esmero hacen que sea imposible no sensibilizarse con este tipo de problemáticas que le acontecen al país. Por eso para mí es casi necesario que se vean este tipo de trabajos (porque no es el único con este enfoque, pero tal vez sí de los más accesibles a ver) y difundir para tratar de combatir la problemática por todos los medios posibles que se pueda.




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